miércoles, 21 de diciembre de 2011

ME LLAMAN DESASTRE

Besé a un príncipe y lo convertí en rana. Me casaron borracha en una barra de bar y desde entonces ya no puedo saltar sin sentirme ridícula. La rana pegó un bote y se largó a otra charca más cristalina. Y ahora no encuentro al piloto que nos unió para que anule tan verde y absurdo matrimonio.
Decidí desafiar al azar y enamorarme del segundo que pasara. Pasó el tercero, pero me vencieron sus chistes malos y sus ojos de color azul intenso. Lo vi tan entusiasmado con romperme el corazón en dos, que no me atreví a llevarle la contraria. Comí tantas mentiras, que ahora la verdad me sienta fatal. Y encima de apaleada en el amor, llevo una temporadita en la que me birlan los mecheros!!!!!!!!!!!
Me compré un loro para tener a quien hablar a las tantas de la noche. Pero le dio por exigirme su intimidad, se declaró en huelga de hambre y murió. Lo último que musitó en mis brazos fue un insulto. Y yo que nunca había sabido cómo llamarle, le di sepultura con el nombre de Cretino.
Insistí en llegar tarde a las citas con la Suerte y la tengo taaaaaaaan enfadada que ya no quiere quedar más conmigo. Jugué tanto a bajar a los infiernos que me cerraron el cielo. Me llaman Desastre, ando con osadías recién estrenadas cada día pero suelo tropezarme en los momentos decisivos. No sé partir corazones con gracia, ni mucho menos recomendarlos.  Y me despisto con tanta facilidad que seguramente olvide levantarle las faldas a las palabras para ver qué esconden debajo.


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