martes, 13 de diciembre de 2011

ni te cases ni te embarques

Un gato negro cruza debajo de una escalera un martes y trece cualquiera de un año bisiesto y una crupier rubia como una heineken baraja con las manos del demonio los ases de mi quiebra en el banco del que era tu cuerpo. En mi poema la Noelia de Nino Bravo la chupa por otro tirito de crack. La luna se masturba colgada de la ventana de la última colegiala virgen del barrio donde muero. Mientras mi vecina jadea como si la lamiera un doberman. Y no hay una farola que no memorice nuestros abrazos ni un sólo bar que no sepa de tus olvidos, ni una orilla que no recuerde tu top less. En mi poema hay sexo en los lavabos y me excita verte mear mirando al techo. Y el ejército de tus zapatos de tacón invade el territorio de mis neuronas que se retuercen de morbo unas contra otras haciendo que me arrodille a lamer tu sombra. Escribo, parece una canción que ya conoces, aquella que silbabas cuando la felicidad era(es) suspirarnos dentro de la boca. Y no te mueres nunca de repente, de aqui, de mi memoria masoquista.


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